La destitución del técnico neerlandés ha llegado por los malos resultados, pero el técnico ya no gozaba de ningún crédito ni confianza en el Manchester United
Solía exclamar Sir Alex Ferguson, cuando perdía algún partido inexplicable en su larga etapa en el Manchester United, ‘Football, bloody helll’ (Fútbol, maldito infierno), y eso mismo sintió también el sábado pasado Erik ten Hag, por las circunstancias extrañas de su última derrota en el London Stadium, que acabó por provocar su destitución. Fue un partido que debió ganar, porque el United tuvo dos remates a los palos, dominó y falló muchos de sus ataques, pero lo acabó perdiendo, al final, a causa de un dudoso penalti, muy cuestionable. Hubo decepción e infortunio por ese ingrato final, los dos rasgos más marcados en el rostro de Ten Hag durante su etapa de dos años y medio en los ‘red devils’. Se marcha así, atormentado por un cúmulo de errores insólitos y desconcertantes.
El rocambolesco partido perdido ante el West Ham, en medio de un ambiente de tristeza en la visita al East End, ha servido de epílogo a una trayectoria muy irregular de Ten Hag, que tenía ya escrito su final. Pese a sus esperanzadores comienzos en Carrington, con el reto de construir una nueva cultura de club, como hizo en el Ajax, y una primera positiva temporada que permitió al club regresar a la Champions League, el globo de la ilusión se pinchó muy pronto. Ya durante el verano, la nueva directiva que lidera Jim Ratcliffe, copropietario del United, discutió su cese y solo lo demoró para ganar tiempo en la elección del sustituto, pensando en el portugués Amorim, con la decisión ya tomada. Por eso llegó también al club el exjugador Ruud Van Nistelrooy, para ejercer de ayudante y puente en la transición.
En uno de sus primeros días en Carrington, a Ten Hag le preguntaron cómo iba a hacer jugar al United. ‘Maybe you have seen Ajax’? (‘¿Quizás hayas visto al Ajax?”, contestó el técnico sobre sus intenciones y añadió:.”Y eso me gusta. Pero siempre son los jugadores los que dictan la forma de jugar”. Pese a los dos títulos ganados, su United no ha llegado nunca a convencer del todo. En su empeño de construir esa réplica holandesa en Manchester, le han marcado demasiado las contradicciones. No hay nada peor para el crédito de un entrenador que anunciar un camino y tomar el contrario. Así se pierde la confianza de la plantilla.
Ten Hag ha tenido aciertos y dosis de valentía. Sacrificó a Cristiano Ronaldo, dio con la clave anímica para mejorar el rendimiento de Marcus Rashford, durante su primer año, y encumbró a la élite a los jóvenes Garnacho y Mainoo. Quiso a la vez dirigir la política de fichajes, al rodearse de exjugadores del Ajax, pero a algunos de ellos les perdió muy pronto la confianza, en su empeño por adaptarlos a las exigencias del fútbol inglés, más rápido, más vertical y más físico que el neerlandés. Su proyecto no ha acabado de cuajar, y ha acabado sucumbiendo por la pérdida de imagen del club.
Sobre la sombra alargada de Sir Alex Ferguson y sus viejos éxitos, que se llevó por delante a otros siete entrenadores antes, Ten Hag ha tratado de levantar su proyecto personal, ‘a la holandesa’. Y el inventario final se cierra con 850 días y 128 partidos, con un balance discreto, atenuado con los títulos de la FA Cup y EFL League. Ha pasado de ser anunciado como el salvador del Manchester United a ser el oscuro protagonista del peor comienzo del United en la Premier League. El club ya llevaba tiempo madurando cuándo y cómo girar el rumbo, para emprender otro camino.
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